El poder curativo del sol

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Los rayos del Sol son uno de los recursos antidepresivos mas efectivos que existen, como bien saben todos aquellos que aprender a absorberlos y lo hacen de una manera continuada. Curiosamente, tal vez por su sencillez y simpleza, son también muy pocos los que le dan su debida importancia y lo practican. Los humanos tenemos una extraña tendencia a complicarnos la vida y evitar los caminos mas fáciles.

No hay ningún misterio en el poder curativo del Sol, que es la fuente principal de energía de nuestro planeta. Toda forma de vida es una expresión de la energía y el ser humano no es una excepción. A través del cuerpo etérico captamos energía y la distribuimos por el cuerpo físico, irradiando al cuerpo emocional y mental. El estado depresivo se caracteriza por una carencia sistemática de energía, por lo que cualquier aumento de energía tiende a expulsar al estado depresivo de forma directa y efectiva, y facilita el reajuste emocional y mental, así como el éxito de otras terapias, técnicas y acciones encaminadas a vencer la depresión.

La práctica de absorber la energía solar es muy simple, pero hay que tener cuidado y hacerla con la mayor relajación posible, ya que el exceso de tensión y el estrés crean una pantalla reflectora en nuestro cuerpo etérico que hace que la energía de los rayos del sol reboten y no se asimilen.

Como orientaciones de carácter general podemos guiarnos por los siguientes puntos:

- Buscar una posición cómoda, preferiblemente sentados en un lugar donde nos puedan alcanzar los rayos del Sol.

- Evitar el viento y el frío. Es suficiente con exponerse al sol detrás de una ventana.

- Es suficiente también exponer la cara, pero también puede hacerse con medio torso o todo el cuerpo. Se pueden usar cremas protectoras de la piel tanto como se precisen.

- Cerrar los ojos y buscar el estado de mayor relajación posible, con la sensación de permeabilidad y de que los rayos que vamos a recibir van a entrar libremente por todo el cuerpo. Sentir que somos como una “esponja” o una “lagartija”.

- El tiempo de exposición debe ser corto y se puede hacer dos o tres veces al día. Los periodos pueden oscilar entre diez y quince minutos. Evitar las exposiciones de periodos mayores y evitar el Sol del mediodía en los días muy calurosos.

- Si no hace Sol se puede hacer exponiéndose a la luz del día, o incluso ante un flexo o un punto de luz intensa, aunque en ambos casos el efecto energético es mas reducido.

- Se puede acompañar la sesión con una música relajante.

- Y sobre todo ser constantes. Practicar al mínimo dos veces al día (una por la mañana y otra por la tarde), por un periodo de tiempo amplio, tanto como se quiera, pero al menos por un mes. Hacer un seguimiento apuntando las sesiones en una agenda diaria para evitar los autoengaños.

Si has tenido la suerte de comprobar la eficacia de esta sencilla práctica, compártela con quién que te quiera escuchar.