Práctica de relajación de la personalidad

Aprender a relajarse y cultivar la relajación a lo largo de la vida es una de las cosas mas inteligentes y gratificantes que podemos hacer.

La mayor parte de nuestros problemas comienzan por no saber relajarnos. En este alocado mundo es fácil saturarse de tensión y tener estrés, a veces hasta de forma inconsciente. Deberían enseñarnos la relajación desde nuestra primera infancia, en la familia y en la escuela, y hasta en los centros de trabajo debería haber espacios adecuados para practicarla.

Uno de los aspectos mas desconocidos de la depresión es que, a pesar de las apariencias de apatía y pasividad del cuerpo físico, todo el estado depresivo se caracteriza por un alto nivel de estrés interno con una elevada tensión emocional y mental.

Para aprender a relajarse puede ser aconsejable acudir a alguno de los muchos centros abiertos que enseñan una amplia variedad de técnicas. Aquí vamos a exponer una sencilla técnica de relajación que solo exige una práctica continuada para ir ganando en profundidad día a día. Al principio, dependiendo del estrés acumulado, puede costar entrar en estado de relajación profunda, pero con un poco de paciencia y persistencia los beneficios de la práctica crecen de sesión en sesión.

Los pasos a seguir son muy sencillos, y solo llevan unos minutos:

- En una habitación en silencio o con música suave, tumbarse boca arriba en una superficie cómoda, tratando de olvidar los acontecimientos del día y cualquier tipo de preocupación.

- Relajación física: hacer un recorrido corporal tensando y destensando los músculos de cada zona comenzando por los pies y piernas, siguiendo por la espalda, el vientre, el pecho, las manos, los brazos, el cuello, la cara y la cabeza. Se trata de tensar ligeramente los músculos de cada una de las zonas del recorrido y destensarlos antes de pasar a la siguiente zona. Acompañar con la respiración: inspirar al tensar y expirar al destensar sintiendo como toda la tensión se disipa cada vez que se expulsa el aire. Intentar no acelerarse y que en cada respiración se enfoque una zona diferente de músculos.

- Relajación emocional: tomar consciencia de las emociones, y en caso de que estén alteradas, intentar aquietarlas ayudándose con la respiración, al expulsar el aire disipar las emociones que puedan estar alteradas, dejando que se marche cualquier sensación de ansiedad y malestar. Las respiraciones deben ser lentas pero no es necesario que sean muy profundas.

- Relajación mental: observar los pensamientos sin identificarse con ellos, dejando que discurran sin prestarles atención, sin luchar para que desaparezcan, como si no fueran con nosotros, como si fueran una simple musiquilla ambiental que no nos molesta.

- Dejar que un estado de paz y tranquilidad nos envuelva, como si fuéramos a caer en un sueño profundo, pero intentando no dormirnos.

- Permanecer en el estado de relajación al que se haya podido llegar durante al menos unos minutos. (Si es posible, no menos de 10 minutos).

- Justo antes de dar fin a la sesión, tomar consciencia de la relajación obtenida dejando que el cuerpo memorice las sensaciones y percepciones. Dar la orden al cerebro para que busque este tipo de estados en la vida cotidiana. Hacer este breve proceso aunque se haya caído en el sueño.

- Finalizar la sesión estirando los músculos y con dos o tres respiraciones profundas.

 

El estado natural de la personalidad debería ser con sus cuerpos alineados, centrados y aquietados, tanto a nivel físico y energético, como a nivel emocional y mental. Ello garantiza un espacio abierto para que el alma pueda estar presente.