La Ciencia de la Meditación

La ciencia puede ser observada, investigada y aplicada a distintos niveles. Podemos generalizar así estableciendo que existen tres tipos de ciencia. Existe la ciencia concreta, la tecnología. Existe la ciencia de la mente superior, filosófica, teórica y abstracta, como por ejemplo la ciencia de Einstein. Existe también la ciencia de la psique humana o magia blanca. Es la misma ciencia que las demás pero es intangible, aunque puedes ver sus resultados.

La palabra psicología se traduce literalmente como «estudio o tratado del alma»; su etimología viene del griego clásico ψυχή, transliterado psykhé, «psique», «alma», «actividad mental», y λογία, logía, «tratado» o «estudio». En esa palabra se encierra el desarrollo de la ciencia de la psique humana, la ciencia del alma, el tipo de ciencia que se acerca con más profundidad a la realidad; pero aún no ha entrado en las universidades y en la conciencia de la mayor parte de los científicos oficiales, aunque cada día crece el número de investigadores que se adentran en su inmenso universo. Parte de la base, o si queremos mejor de la hipótesis, de que existe un alma y que esta alma puede ser conocida por el ser humano capaz de entrenar y controlar su mente.

Sobre esta base el proceso de evolución científica comienza al coordinar los tres aspectos de la naturaleza inferior y al unificar la mente, las emociones y el cuerpo físico, en un todo organizado y comprensivo. Esto se logra mediante la práctica de la concentración.

A medida que la concentración se fusiona con la meditación, cuando se logra mantener de forma prolongada una concentración sin tensión, se hace sentir la imposición de la voluntad del alma sobre la mente. Poco a poco, el alma, la mente y el cerebro, se ponen en armonía. En primer lugar la mente controla al cerebro y a la naturaleza emocional, luego el alma controla a la mente. Lo primero es consecuencia de la concentración; lo segundo, de la meditación.

Los mecanismos del proceso de meditación se basan en una serie de premisas que pueden ser comprobadas a través de una práctica continuada de forma efectiva.

El centro de energía por intermedio del cual actúa el alma se halla en la parte superior del cerebro. Durante la meditación, la energía del alma afluye al cerebro y produce un efecto preciso sobre el sistema nervioso. Pero si la mente no está controlada y predomina la naturaleza emocional, el efecto se hace sentir principalmente en el mecanismo sensorio, en los estados emocionales de la persona. Cuando la mente es el factor dominante, entonces el mecanismo mental de la parte superior del cerebro entra en actividad organizada.

A través de la meditación las diversas avenidas de percepción de los sentidos se aquietan, y los cinco sentidos quedan dominados por el sexto, la mente, y toda la conciencia y la facultad perceptiva del practicante se sintetizan en la cabeza y se dirige hacia dentro y hacia arriba. De esta manera la naturaleza síquica queda subyugada y el plano mental se convierte en el campo de la actividad.

Este proceso de retiro o abstracción, se verifica en etapas:
1º. El retiro de la conciencia física o de percepción, por medio del oído, el tacto, la vista, el gusto y el olfato. Estos medios de percepción quedan momentáneamente dormidos. La percepción es puramente mental y la conciencia del cerebro es lo único activo en el plano físico.

2º. El retiro de la conciencia en la región de la glándula pineal, de modo que el punto de comprensión se centralice en la región situada entre el medio de la frente y la glándula pineal.

Cuando se ha hecho esto y el practicante de meditación adquiere facilidad para enfocarse en la cabeza, el resultado de este proceso de abstracción conduce a los cincos sentidos a ser sintetizados constantemente por el sexto, la mente. Éste es el factor coordinador. Más tarde, se percibe que el alma tiene análoga función. La triple personalidad se pone así en comunicación directa con el alma y se llega a ser con el tiempo inconsciente de las limitaciones de la naturaleza corporal, y el cerebro puede ser entonces impresionado directamente por el alma vía la mente. La conciencia del cerebro se mantiene en una condición de espera positiva con todas las reacciones del mundo fenoménico totalmente inhibidas, aunque temporalmente.

Se establece un campo magnético entre el aspecto positivo del alma y la personalidad en expectativa, que se hace receptiva, debido al proceso de atención enfocada. Todo esto es el resultado de una vida disciplinada y del enfoque de la conciencia en la cabeza, producido a su vez por el intento de concentrarse en la vida diaria y mediante determinados ejercicios de concentración. A esto le sigue el esfuerzo de la meditación y más tarde - mucho después - se hace sentir el poder de la contemplación.

La meditación establece la relación entre el alma y la personalidad, construyendo un puente o enlace entre ambas. Es una relación de cooperación, conduciendo finalmente a la fusión del alma con la personalidad. El alma siempre busca la unión consciente con la personalidad que es su expresión. Mientras que la aspiración puede proporcionar el motivo, el trabajo real en la construcción del puente se lleva a cabo en el nivel mental, basado en la capacidad de controlar la mente por medio de la disciplina de una meditación regular. El trabajo está basado en la simple premisa de que la energía sigue al pensamiento y se conforma a él. El uso correcto del poder de la mente puede lograr cualquier propósito, bueno o no tan bueno. La meditación ocultista implica una mente enfocada, la capacidad de visualizar, la habilidad para construir formas mentales y utilizar la imaginación creadora, además de una exacta comprensión del propósito del alma.

En la meditación el alineamiento afecta al cuerpo mental -la mente; a la naturaleza emocional sensible -el corazón; al cuerpo etérico o energético y al yo físico. Cuando estos componentes están integrados en una unidad, pueden alinearse, entonces, con el alma misma, el Yo espiritual. Con esto se crea un canal de comunicación que vincula el cerebro, el corazón, la mente y el alma; de este modo, la energía vital del alma, con su poder para iluminar e inspirar, puede pasar rápidamente a la actividad, afectando a cualquier aspecto de la vida diaria. En este proceso, la mente es el principio activo. La mente ve, visualiza, concentra la energía necesaria y enfoca la actitud requerida. Sin ser necesariamente consciente de los resultados obtenidos, la mente puede actuar triunfalmente como si el alineamiento necesario hubiera sido creado. La repetición constante y la atención enfocada proporcionan los materiales de base para la construcción.
Una vez creado en la conciencia, el alineamiento esencial está siempre presente, necesitando tan sólo un momento de pensamiento dirigido para ser actualizado como un elemento activo en la relación entre la vida interna y externa.

Este tipo de meditación eleva la cualidad de vida. Crea un camino iluminado de relación y comunicación entre el dominio subjetivo del alma y su expresión objetiva, la personalidad. A medida que la personalidad se adapta y se subordina al dominio del alma como Yo real, es, a su vez, redimida por la luz y la energía del alma, y todos los aspectos de la vida en el plano físico son irradiados y elevados.
La meditación es, o debería ser, una experiencia profundamente espiritual que conduce a una relación justa con Dios y a justas relaciones humanas en la vida cotidiana. Esencialmente es el medio por excelencia de establecer un alineamiento entre los diferentes aspectos de la vida planetaria que, desde el ángulo de la conciencia y de la forma, parecen estar separados. La meditación creadora comienza con un ejercicio de alineamiento y da como resultado un alineamiento más profundo, más extendido y más sostenido entre el meditador y todo lo que le circunda. El alineamiento pone los diferentes niveles y estados de conciencia en "línea" unos con otros, o los ajusta correctamente los unos en relación con los otros.

La meditación ofrece una alternativa a los valores puramente materiales de la vida moderna. Es un medio de armonizar o resolver el aparente conflicto entre los aspectos material y espiritual del vivir. La meditación no es una huida de la realidad, sino un sendero para descubrir el Yo verdadero, el ser espiritual, el alma. El objetivo básico de la meditación es capacitar a la persona para llegar a ser -en su manifestación externa- lo que es en su realidad interna. La meditación conduce, a lo largo del sendero del devenir, hacia la capacidad espiritual de ser, de conocer y de hacer. Por consiguiente, la meditación comprende toda la expresión de la vida, subjetiva y objetiva.

La meditación es el medio más efectivo para trascender el sentido restrictivo de separatividad y de aislamiento que aprisiona la conciencia humana haciéndola fútil. Es el principal agente creador en nuestro planeta. La meditación, en este tiempo, tiene el poder de cambiar las condiciones, invocar las potencias espirituales superiores, trabajar con concentración -tanto vertical como horizontalmente- en el mundo de los hombres y en el Reino de Dios. Es esta actividad vertical y horizontal la que contiene el secreto de la meditación creativa.

La intención de servir a la humanidad es el motivo esencial para toda meditación verdaderamente creadora. La expansión de la mente humana se basa en la capacidad de amar y servir al prójimo. El resultado final en la conciencia del hombre es la iluminación, la sabiduría y la voluntad hacia el bien, más una capacidad creciente para cooperar en propósitos creativos y redentores de nuestra vida planetaria. La meditación, como servicio planetario, es tan práctica como efectiva.