Jardines de la mente

La imaginación y la visualización son dos destacadas capacidades de la mente que permiten crear mundos con enormes posibilidades.

Imaginar supone ver y escenificar mentalmente objetos, personas y situaciones. La imaginación es una actividad mental que tiene varios niveles, que van desde la observación simple de creaciones propias o ajenas, hasta la fantasía simbólica mas elaborada.

Los pensamientos se pueden traducir a palabras y también a imágenes. Las ideas se reflejan en la pantalla visual interna como si se tratara de películas, con una variedad infinita de contenidos. Cada imagen, cada película interna, crea una forma mental, que se carga con uno u otro tipo de energía, produciendo efectos definidos en el plano físico. Aunque no lo pretendamos, solo por el hecho de seguir un pensamiento, damos cobijo a un tipo de energía, que tenderá a atraer energías similares, que acabaran por precipitarse en el mundo material.

La imaginación creadora es una capacidad que cuando se usa con intenciones positivas favorece acciones para hacer la vida mas plena, fluida, variada, interesante, útil… Con la imaginación podemos crear mundos negativos, o pequeños paraísos, que con el tiempo se acaban por hacer realidad. La elección de nuestro destino depende mucho mas de nosotros mismos de lo habitualmente se puede llegar a creer.

La visualización es la exteriorización etérica, la transformación en energía luminosa de la imaginación creadora, y es también un poderoso agente para despertar la esencia creativa del proceso de imaginar. La facultad de visualizar es el aspecto constructor de formas de la imaginación creadora.

La visualización es muy efectiva para aprender una nueva habilidad. El cerebro puede crear nuevas conexiones neuronales para crear nuevos esquemas mentales. Cuando visualizamos y nos vemos realizando una nueva acción, el cerebro lo interpreta como si estuviera sucediendo. Con una buena visualización, para el cerebro la acción está ocurriendo, no puede diferenciar entre una acción que se realiza o una que se visualiza. El poder implícito en el acto de visualizar es enorme: la visualización positiva equivale a la acción positiva, y lo mismo puede decirse de la visualización negativa. También puede utilizarse para cargar de energía todo tipo de proyecto e iniciativas, y para vencer miedos y limitaciones. Cuando se visualiza una escena se allana el camino para que acabe haciéndose realidad.

La técnica de visualizar es simple, aunque exige un cierto entrenamiento para desarrollar una buena concentración relajada. Se trata de proyectar en nuestra pantalla mental una escena, un suceso, una situación que se hace realidad, y se vive y se experimenta con la mayor intensidad, como algo que está sucediendo en el momento presente. Cuanto más clara y concreta sea esta imagen mental, más fácil será crear y dar cuerpo a la forma mental y más fácil será también grabarla en lo más profundo del subconsciente. La cualidad de la imagen también es un factor que influye en su permanencia; cuanto más libre de emocionalidad, mas luminosidad y más limpieza coge la imagen, con más profundidad se grabará y más energía será capaz de movilizar. Una vez en el subconsciente formará parte de nuestro estilo de pensamiento y de la forma de procesar nuestras percepciones.

La visualización es el paso inicial para demostrar la ley oculta de que “la energía sigue al pensamiento”. Este proceso de dirigir la energía puede llegar a convertirse en un “hábito espiritual”, si se práctica lenta y gradualmente. Al principio el proceso de visualización puede parecer difícil y sin provecho, pero si se persevera, se descubre con el tiempo que es eficaz y no exige esfuerzo.

La imaginación emocional sitúa la conciencia en el área del plexo solar, y excita el sistema emocional, con dudosos resultados. La imaginación creativa nos acerca al alma, y precede a la intuición, que nos ayudará a descubrir la verdad y la falsedad de todo lo que percibimos y a despertar la alegría interior.

Un viejo aforismo tibetano dice: “Como un hombre piensa en su corazón así es él, porque el corazón custodia el poder de la imaginación”.

Crear un jardin mental

Un magnífico ejercicio de visualización consiste en crear un jardín imaginario, el jardín de tus sueños, donde relajarse y descansar. Un jardín mental se crea poco a poco, diseñando cada uno de sus elementos a través de imágenes visualizadas a nuestro gusto: árboles y plantas de todo tipo de formas y colores, tal vez un pequeño lago, con peces, nenúfares y plantas acuáticas, el sonido de una fuente, el canto de pájaros exóticos, una verde pradera por la que pasear descalzos, aromas de flores, dulces brisas de aire fresco, el revolotear de mariposas imposibles,… y todo aquello que nos vincule con nuestro ideal de belleza y armonía. Para ayudarse en la creación del jardín se puede conseguir inspiración en la infinidad de fotos y dibujos de jardines que pueden encontrarse en internet, o en libros y láminas. Hay una enorme variedad de tipos de jardines que pueden combinarse hasta donde abarque la imaginación, a la búsqueda de la belleza que mejor se adapte a nuestra percepción

Un jardín mental es un espacio vivo, que ira cobrando fuerza a medida que rememorizemos ese idílico lugar, implicando los sentidos, y experimentando bienestar y alegría. Si cuesta imaginar o recordar lo imaginado, hay que seguir intentándolo, con la mayor creatividad posible. Relajados, con los ojos cerrados, y la mente en calma, sin luchar, pero centrando la atención en recrear nuestro jardín del Edén. Una vez diseñado y creado el jardín mental de tus sueños precisa del cuidado de mantener viva su forma mental recreando sus espacios con cierta regularidad.
En cualquier momento del día, con una sencilla y previa puesta en calma, se puede acudir al jardín a disfrutar de la paz de la naturaleza luminosa, y recargar el cuerpo físico, emocional y mental de energías limpias y transparentes.

Jardines etéricos

Hay tipos de jardines que se han diseñado durante siglos por personas con una alta sensibilidad espiritual y que contienen elementos arquetípicos que incitan a la reflexión y la interiorización, de los que se puede inspirar un buen creador de jardines, con influencias, por ejemplo: de jardines tibetanos, japoneses, andalusíes, y de otras tradiciones, recogidos en magníficas ilustraciones artísticas recopilas con el paso de los tiempos.

Pero hay un tipo de jardín mental que destaca por el juego de la luminosidad y la percepción de paz y de silencios, que armoniza con la parte más luminosa de nuestro cuerpo: el cuerpo etérico.

Un jardín etérico puede adoptar una amplia gama de formas, que se caracterizarán sobre todo por su luz y la especial y delicada intensidad de su colorido. Para su creación no es suficiente la imaginación y la visualización, se precisa también despertar la intuición para diseñar espacios cargados de energía y plenitud, con lo que el jardín se eleve por encima de su concepción mental en un espacio que facilite la presencia del alma.

Un jardín etérico puede contener espacios con luz que no surge de ningún punto o foco concreto, sino que esta irradiada e impregnada en la atmosfera etérica del lugar, una luz consustancial con el éter, radiante, que ilumina todos los cuerpos que se introducen en ella, tal vez una intensa luz azulada, que no hiere la percepción visual, cálida y apacible. En determinados puntos puede surgir más resplandor con distintas tonalidades. Las formas pueden adoptar todo tipo de diseños, sin tener en cuenta la ley de la gravedad, y los materiales pueden tener apariencia insustancial, como el cristal de roca transparente, telas vaporosas e invisibles, corrientes agua pura sin comienzo ni final. Tal vez un pequeño rincón donde en un fuego sutil de llamas violetas se queman sustancias de las que emanan penetrantes perfumes etéricos. Músicas inspiradoras y melodías de silencios, y canciones que expanden el corazón, entonadas en lenguas extrañas y legendarias, que se traducen interna e instantáneamente en el lenguaje materno, impregnando el ser de comprensión. Una atmosfera que es una pantalla de protección de luz y amor. Y todo aquello que se pueda crear que genere una cálida energía, un espacio donde se respire calma y paz serena, donde la mente esté más despierta y el corazón más lleno de amor impersonal.

Y en ese magnífico espacio etérico, descansar en actitud meditativa y dejar que los vehículos se recarguen de vida y el alma aflore libre de obstáculos.